Joan Laporte, el catedrático emérito que hubiese suspendido su propia asignatura
Esta semana, la horda antivacunas tenía un nuevo material para dar la matraca en las redes. El catedrático emérito (como el Rey) de Farmacología de la UAB, Joan Ramón Laporte Roselló había sido invitado al congreso a hablar en la Comisión de Investigación de las Vacunas y había repartido a diestro y siniestro. Pero no por la gestión en sí de las vacunas y de la vacunación, sino por el uso de las vacunas y su utilidad.
Poco importaba que el Dr. Laporte fuese (y digo bien fuese en pasado porque repito que es emérito) uno más de las decenas de catedráticos de farmacología que hay sólo en España. Poco importaba que la Sociedad Española de Farmacología Clínica hubiese suscrito un manifiesto pidiendo la vacunación. Incluso poco importaba que este antiguo profesional dijese lo contrario a todo lo que habían dicho los otros ponentes. Daba todo igual. Alguien con quien los antivacunas estaban de acuerdo estaba diciendo cosas en una mesa en el congreso.
Ante el encumbramiento a semidiós al que ya estamos acostumbrados en cuanto alguien dice algo que les concuerda (porque ser antivacunas es un acto de fe para el que no hace falta pruebas y sobre todo no hay que tener dudas), nos vemos obligados a preguntarnos ¿Qué ha dicho realmente el Dr. Laporte? ¿Tiene algún sentido?
Si todavía no has tenido la oportunidad de ver su video puedes verlo aquí.

A vueltas con la definición de vacuna
El Dr. Roselló vuelve a la carga con un viejo argumento: Las vacunas de ARN no son vacunas. Evidentemente se olvida de las otras 3 vacunas aprobadas porque ¿qué más da? Si atacas a dos atacas a todas en conjunto aparentemente. Para ello cita la definición del DRAE: "preparado de antígenos que, aplicado a un organismo, provoca en él una respuesta de defensa". ¿Por qué usa la definición de la RAE y no la de organismos científicos o sanitarios? Pues sorpresa, porque si no sería aún mas evidente que está diciendo una tontería.
La controversia está en "preparado de antígenos". Ya que, en las vacunas de ARNm, no te inyectan directamente los antígenos sino que recibes las instrucciones para crearlos endógenamente. Sin embargo es como denunciar a IKEA porque tu comprabas una mesa y te han llegado las partes de una mesa y las instrucciones de como montarla. Un razonamiento absurdo.
Esto cuando vas a una definición más especializada y actualizada, ya no existe esta controversia. Una vacuna es "un producto que estimula el sistema inmunitario de una persona para que produzca inmunidad frente a una enfermedad específica, protegiéndola de esa enfermedad". Las vacunas de ARNm cumplen perfectamente esa definición.
Además, estas vacunas como cualquier otro producto autorizado por las agencias reguladoras, han pasado ensayos clínicos mostrando la eficacia y seguridad. Esas mismas pruebas de eficacia y seguridad no han sido superadas por otras vacunas contra la COVID-19 que cayeron en ensayos clínicos y por eso no han llegado a ver la luz. Parece que el Dr. Laporte olvida que un ensayo clínico no es algo que se pasa como un tramite sino que debe ser superado y evaluado.
Sin embargo, pensar que la definición de vacuna en el DRAE quizás no es la más adecuada no sería tan popular ni aplaudido por los fans de lo conspiranoico. Como dato, "vacuna" apareció en el diccionario de la RAE en 1803 y en 1914 (hace 108 años) adquirió su significado actual. La ciencia ha avanzado mucho en 108 años, aunque algunos no hayan avanzado tanto.
Un buen mensaje no necesita pruebas
La clave para que una mentira tenga éxito es ser lo suficientemente poco concreto para que nada se pueda desmentir con datos pero suficientemente concreto para que alguien se lo crea. El Dr. Laporte afirma, entre otras cosas:
"Puedo decir que no es cierto que no se registraran acontecimientos adversos graves en los EC; por el contrario, comenzamos a tener constancia de que algunos problemas fueron escondidos debajo de la alfombra."
Ante esto sólo se puede afirmar ¿Pruebas? Ni rastro de las pruebas de que haya habido fraude. Hay que creerlo como el que cree la palabra de dios. Tampoco queda claro a quién se refiere con "comenzamos" y tampoco queda claro por qué él que está jubilado se ha enterado y centenares de profesionales que trabajan en eso mismo no.
Si tiene pruebas que no ha compartido, por favor Dr. Laporte, enséñelas porque nos interesan a todos. Pero no, como desde hace dos años, las pruebas se las ha comido el perro.
Pensar que las agencias reguladoras no realizan inspecciones, auditorías, y seguimiento de casos de farmacovigilancia es cuanto menos sorprendente, sobre todo para tener 0 pruebas. Porque ¿para qué necesitamos pruebas si un catedrático emérito lo sabe y nos los dice?
En este apartado también entraría una cantidad muy importante de comentarios que hace sobre si las vacunas no están aprobadas, sobre "jugadores de futbol famosos colapsan", "no está descartado que las vacunas causen más muertes que la enfermedad" (WTF!), y un triste y largo etc...
Eficacia relativa vs Eficacia absoluta
Por supuesto suena super técnico, por lo que para los antivacunas es música para sus oídos. Pero una vez más, no entienden lo que estás leyendo. Lo preocupante es que dudo que el Dr. Laporte no sepa lo que está diciendo y cómo está engañando a la gente.
Dr. Laporte afirma lo siguiente:
"Tendenciosidad que consiste en expresar la eficacia en términos relativos, y no absolutos. Por ejemplo, en el ensayo de Pfizer, se registraron 162 casos de covid-19 en el grupo placebo, comparado con 8 en el grupo vacunado, lo que supone una diferencia de 95% en términos relativos. No obstante, la realidad fue que la incidencia de PCR positiva para COVID (ni tan solo enfermedad clínica) había sido de menos de 1% en el grupo placebo, comparado con 0,04% en el grupo vacunado, una diferencia de menos de 0,9% en términos absoluto."
Eficacia relativa y eficacia absoluta son dos conceptos interconectados que quieren decir cosas diferentes.
Vamos a poner un ejemplo sin vacunas, ¡cuidado que sacamos las matemáticas!
Pongamos que cada día hay 20.000 de personas que cogen el coche, 10.000 usan cinturón y 10.000 no. Cada día hay 100 víctimas mortales, 10 en personas que usan cinturón y 90 que no usan cinturón. Es decir, mueren el 0,1% de los que usan cinturón y el 0,9% de los que no. A simple vista podemos ver que 80 personas salvan la vida a diario gracias a llevar el cinturón de seguridad.
No os voy a poner los cálculos porque los explican muy bien aquí Juan Manuel Jimenez Gardeño y Ana María Ortega-Prieto, del King's College de Londres en the conversation.
La eficacia relativa del cinturón de seguridad sería: 88,9%
La eficacia absoluta sería de 0,8 puntos porcentuales.
Ambas reflejan una misma realidad, pero dicen cosas diferentes. Si no sabes lo que quieren decir, caes en el error que el Dr. Laporte quiere que caigas.
La eficacia relativa nos dice que la probabilidad de morir en un accidente desciende un 88,9% en las personas que llevan el cinturón con respecto a las que no.
La diferencia de riesgo de morir entre los conductores que no llevan cinturón y los que si lo llevan es de 0,8 puntos porcentuales. En este caso, este dato es poco informativo ya que no nos da una imagen clara de cuánto se reduce la mortalidad por llevar cinturón. Podría ser muy grande o muy pequeña porque no lo hemos relativizado al total. Es decir, no sabemos si mueren el 100% sin cinturón y el 99,2% con cinturón (en este caso, podría ser inútil el uso del cinturón porque la eficacia relativa sería menor de 1%).
¿Quieren decir estos datos que el cinturón de seguridad no sirve? Pues el Dr. Laporte ha conseguido que los antivacunas piensen que sí, que el cinturón es inútil.
Por cierto, cómo bien se explica en el artículo de the conversation, la diferencia entre dos porcentajes se expresa en puntos porcentuales, no en pocentaje como dice el Dr. Laporte. Decir que la eficacia absoluta es un 9% es falso.
Los muertos en el ensayo
Finalmente, habla de muertos en los ensayos clínicos. No sé muy bien cuál era su objetivo en sacar "los muertos en el ensayo", supongo que era meter con calzador su frase que por otro lado es cierta:
"No Señorías, los ensayos clínicos no han demostrado que las vacunas salven vidas ".
Esa frase es cierta, pero no porque no salven vidas (como si han demostrado los estudios en vida real) sino por una mera cuestión estadística, temporal y sobre todo ética. Evidentemente él ha obviado la explicación que seguro que conoce, porque siempre vende más decir que se "oculta" algo que dar los datos correctos. Es largo de explicar pero por resumirlo mucho:
Es mucho más rápido y seguro mostrar que se reducen los casos graves que esperar a que la diferencia de muertes sea estadísticamente significativa. Para probar algo estadísticamente tienen que ocurrir suficientes eventos como para poder aplicar un modelo estadístico. Es decir, tendríamos que haber dejado que muriese suficiente gente en los ensayos clínicos, aún teniendo datos que apoyaban que las vacunas evitarían casos graves y hospitalizaciones. Una auténtica locura ética que sin duda si habría servido para activar los segundos juicios de Nuremberg....
Pese a contar con decenas de miles de voluntarios, contagiarse (sobre todo en momentos donde había menos contagio y las medidas de contención social eran mayores) no es algo que ocurra a diario. Tampoco es frecuente que tus pocos contagiados vayan a empeorar y tampoco es frecuente que lleguen a morir. Esto no quiere decir que al mirar la población en su conjunto no ocurra, pero al seguir a una parte pequeña de la población, es menos probable estadísticamente, sobre todo si contamos con un gran porcentaje de personas jóvenes y sanas (porque hacer ensayos clínicos con poblaciones debilitadas es éticamente cuestionable también).
Por lo tanto los ensayos clínicos se dirigieron a probar cosas que podían inferir que se reduciría la mortalidad, ya sea casos graves o casos sintomáticos. Porque es de cajón pensar que si reduces los casos graves y las hospitalizaciones, reduces la mortalidad (Como luego se ha comprobado).
¿Qué hubiese pasado si se hubiese intentado demostrar con muertes en vez de casos graves? Pues que se hubiesen tardado meses en demostrar lo mismo retrasando el tratamiento para todo el mundo y siguiendo un grupo recibiendo placebo aun sabiendo que la vacuna evitaba casos graves, y hospitalizaciones. Es decir, centenares de miles de personas en todo el mundo habrían muerto por una simple estrategia estadística equivocada. ¿Es eso ético en un contexto de necesidad? No. Por eso, una vez que se demuestra un perfil de seguridad más que aceptable y se demuestra una eficacia para reducción de casos graves, se procede a su aprobación.
Evidentemente algo que ignora deliberadamente el Dr. Laporte es citar alguno de los múltiples estudios posteriores que demuestran que las vacunas han salvado más de 100.000 vidas en España sólo en 2021: como este, o este, o este, o este, o este.
Conclusión
En definitiva, el relato del Dr. Laporte no es diferente del relato de otros médicos que abandonaron la ciencia para explotar la rama creyente de la ciencia, donde todo vale con tal de engañar al ciudadano y cosechar los likes y aplausos de los antivacunas.
El nuevo integrante del Olimpo de semidioses antivacunas no ha usado ni un engaño que no se hubiese intentado usar ya. Pero no por ello es menos efectivo. Ha conseguido convencer con una eficacia relativa del 100% a los antivacunas, pero recordemos que en términos de eficacia absoluta, son sólo 5 puntos porcentuales.
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